Todos evitamos comprar alimentos cuya fecha de caducidad está cercana; la mayoría actuamos así, y lo que no compramos termina usualmente en la basura. A esto se le llama “merma”, y es parte de los costos de un supermercado. Seguro usted se ha preguntado alguna vez…. ¿por qué no le dan estos alimentos, aún en buen estado, a los más necesitados, a aquellos que no pueden comprar lo necesario para una buena nutrición? De acuerdo con la FAO 1,020 millones de personas sufren desnutrición – pasan hambre – en un mundo donde se tiran diariamente toneladas de comida que podría ser aprovechada por millones de personas con hambre.
Todos coincidimos en esto, pero pocos tenemos los recursos, el tiempo y los conocimientos para poder hacerlo. Entonces, ¿quién puede hacerlo? ¿Quién podría recoger esos alimentos y distribuirlos en favor de estas personas?
La vocación de un supermercado o cualquier negocio similar, es vender, no es regalar. Ninguno cuenta con la capacidad ni la estructura; su interés central es generar ingresos y ganancias para los dueños, no es repartir alimentos gratuitos. Entonces, ¿cómo resolver este problema? ¿quién podría recoger esos alimentos, determinar a quien dárselos, y hacerlos llegar a quienes más los necesitan? Y además, desafortunadamente, dada la realidad de nuestros países, ¿cómo evitar la corrupción y el mal uso por parte de ‘los amigos de lo ajeno’?
La respuesta a todas estas preguntas está en el modelo de los bancos de alimentos. Estas organizaciones nacen con dos objetivos fundamentales: a) el primero y principal es combatir la desnutrición y el hambre; y b) evitar el desperdicio rescatando alimentos que, estando en perfecto estado, deben ser desechados por diversas razones.
En este modelo de ‘banco’ tan singular, se le da valor social a aquellos alimentos que perdieron su valor comercial, para que, en vez de tirarlos, lleguen a las familias que en verdad los necesitan y que carecen de los recursos económicos para adquirirlos por su propia cuenta. Y se llama ‘banco’ porque al igual que los ‘bancos’ que manejan el dinero de la gente, este realiza una función de ‘intermediación’, que permite recuperar, almacenar y clasificar los excedentes que se dan en los supermercados y otros negocios, para luego trasladarlos a entidades sin fines de lucro que a su vez alimentan a niños, adultos mayores y otras poblaciones en situaciones de marginación y alta vulnerabilidad.
Las fuentes que proveen los alimentos, artículos de limpieza y otros de primera necesidad, son principalmente clubes de precios, supermercados y tiendas de conveniencia. Eventualmente organizaciones y empresas realizan colectas y campañas. En México las fuentes se amplían a hoteles y restaurantes, en algunas regiones de Chile , la industria agroalimentaria -los productores- también lo hacen con sus excedentes.
Al final se logra también sensibilizar y educar al gran público, sobre los resultados positivos de la solidaridad y empatía, para mejorar la nutrición de un país, y reducir el hambre, a través de un modelo ordenado, eficiente y solidario, que sin duda tiene un efecto relevante en la prosperidad de las naciones. El banco de alimentos es una forma de lograr ese fin de manera eficiente, medible y éticamente beneficiosa para la sociedad.
Qué es un Banco de Alimentos